Gran parte de los cipreses, su mayor patrimonio, se salvaron porque están en un lugar donde no llegó el fuego, pero más de 70% de la vegetación de la quebrada se quemó.
En apenas seis horas, el miércoles 9 de este mes una ola de fuego arrasó con 721 hectáreas —de las poco más de mil—, del Santuario de la Naturaleza Serranía del Ciprés.
Situado a unos 10 kilómetros al noroeste de San Felipe, es conocido por contener los ejemplares de ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chilensis) ubicados más al norte del país. En un principio se pensó que este patrimonio, con algunos ejemplares con más de mil años de antigüedad, había sido arrasado por completo por el incendio, presuntamente intencional, pero afortunadamente su localización en un lugar remoto y empinado, hizo que el fuego solo afectara a pequeños bosquezuelos. De los 450 árboles identificados, solo 45 resultaron quemados o con daños.
«De todos los que se vieron afectados, al menos 40 por ciento podría recuperarse con ayuda», dice Marcia Ricci, doctora en biología y encargada de la sección de Conservación de la Diversidad de Conaf Región de O’Higgins, quien visitó el área tras el incendio. «Lo que es complicado es la recuperación de todo el resto de la vegetación esclerófila (de hoja dura y adaptada a la sequía) y xerofítica (que vive en ambientes secos) del santuario, ya que se perdió 70% de su superficie».
Justamente semanas antes del siniestro, la ONG CIEM-Aconcagua con el apoyo de The Nature Conservancy, habían terminado de desarrollar un catastro y un plan de manejo para el área, que había sido declarada como santuario natural en 2006, luego de la solicitud presentada por los propios comuneros de la zona.
«La mayoría de los cerros del entorno están perdiendo su vegetación y este era un bosque muy poco intervenido, por lo que estábamos trabajando por su conservación», explica Hanni Suckel, directora de proyectos en CIEM-Aconcagua.
«Esto es como una pequeña quebrada. A un lado están las especies que necesitan menos agua, como los chagúales. En el centro hay quillayes, peumos y maitenes, y por el lado derecho y en la parte más alta están los cipreses. En primavera, además, hay muchas especies de flores y bastantes arbustos» describe.
Salvar el suelo
El plan de manejo había definido qué partes se podían visitar, cuáles no se podían tocar y los senderos habilitados. «Cuando hicimos el trabajo se conversó el tema de los incendios como un eventual peligro y los mismos comuneros dijeron que había que prohibir hacer fuego incluso en las zonas de picnic». Pero las recomendaciones no alcanzaron a ponerse en práctica.
«Hacen falta estudios forestales y de ingenieros ambientales más acabados para ver el daño real», opina Ricci. Desde ya la comunidad agrícola está trabajando con la gobernación provincial y la Conaf para trabajar en la recuperación y también están conversando con la U. de Chile para que sus especialistas realicen un diagnóstico más detallado.
La tarea será lenta. Entre las acciones necesarias, la primera es retener el suelo, enfatiza la profesional. «Sin él no importa lo que pongamos, nada va a resistir la erosión». Lo segundo es tratar a los árboles afectados, ya sea retirándole las partes quemadas, o agregándole hormonas, explica.
Solo si se salva el suelo será posible plantar otra vez. Para ello tendrán que obtener germoplasma (semillas) de los sobrevivientes y propagarlas en condiciones de invernadero, dice. Recién en uno o dos años se podrían hacer plantaciones. De algunas especies como los quiscos tendrán que conseguir germoplasma en otro lugar, porque no quedó ninguno.
En cuanto a los cipreses, la especialista de Conaf admite que demorarán más ya que recién alcanzan el metro de altura a los 10 años, pero afortunadamente los que se perdieron no fueron los más antiguos. La recuperación de esa población será también una oportunidad para saber cuál es la variabilidad genética que tienen estos árboles respecto de los que viven más al sur y por qué resistieron condiciones de mayor sequedad y calor, y sobreviven hasta hoy.
Fuente: El Mercurio.
Fotografía: Osvaldo Malfanti. MMA